Alex Ellis
El ritmo suena terso, tu rastro divino es como un verso, me pregunto, en mi pienso, me encierro a palpar tu universo.

Billano
El simplemente postrarse, postergarse y sentarse, a percibir el fluir caricaturezco del tiempo,
Sin complicación ni aprehensión, con mucho espacio de forjar, reproducir resolución de cualquier tema,
Cualquier semblanza interior, el paso interminable de otros seres, su recorrido constante,
impostergable, y tú ahí en la quietud de tu templo, apreciando el revuelo, festejando
internamente la casualidad de la vida, el devenir de esta danza de apegos, al compás del fluir y sus
reflejos.

Los signos de desesperación, descomposición y postración, monumentando frustración en el
resonar de un claxon eruptivo, desencadenando un rompimiento armónico en el ambiente, y tu
ahí en la quietud de tu templo, sin abandonar tu entreno, a la espera sin reclamo de un encuentro
en el que dejas de ser ajeno, de aquella interacción que más bien fusione, no lejos y que tampoco
aprisione con tu ser el del otro y el del amanecer, del encontrarte, reencontrarte, reescribirte a
través del otro, de tu otro yo flotante, no apacible impostergable, en esta poseía ya mutante,
viene a sacudirte y a flotar contigo viene a liberarte, al tiempo que a mí me libera.
Se trata de dignificar tu momento, de establecer tu manera, se trata de brillar en el anverso en el
reverso y no es moneda.

Y es este rasgo herido, la postura única que el mar ha tendido hacia la ilusión la tentación,
nadando en calma, sumido en tu expresión. Cuando lo que generas es revolución, desde mi oído,
el pobre aislado no corrompido, el que me guía me equilibra, me hace sentir que brillas y que en el
aire caminas, sin espía, sólo mi alma con la tuya es divina, y al cruzar la esquina no estoy seguro si
te asfixiaría reclamar un poco, preservar en cono, fundir el odio y sin decoro, no lo intentes tal vez
duele, no me mientas no me dejes, no me tientes y no me sueltes.